THE OFFSPRING en vivo en Argentina: “Rebeldía, Nostalgia y un estilo que desafía el paso del tiempo”


Fecha: Sábado 15 de marzo, 2025 | Hora: 19 hs. | Lugar: Live Arena | Bandas invitadas: MUJER CEBRA

No es común cubrir bandas de punk en este medio, sin embargo, esta vez se consideró que ameritaba hacerlo. Se trataba de la décima visita de THE OFFSPRING a la Argentina, banda referente de todo un subgénero y, por tal motivo, se asistió a su show realizado en el Live Arena de Tortuguitas, en el norte del Gran Buenos Aires, el pasado 15 de marzo de 2025.

Aunque THE OFFSPRING no es una banda punk en el sentido más purista del término, es innegable que gran parte de esa esencia sigue presente en su música y en la energía arrolladora de sus shows. No poseen la crudeza ni la rabia del punk tradicional, pero lograron convertirse en referentes del punk californiano, llevando su velocidad, melodía y actitud irreverente a millones de personas. Más allá de cualquier debate sobre etiquetas, ver a THE OFFSPRING en vivo siempre es una fiesta, un viaje directo a la adolescencia y una reivindicación de esos principios que nos hicieron amar la música en primer lugar.

El Live Arena es un muy bonito predio con capacidad para unas nueve mil personas, pero cuyo acceso no es sencillo. Para quienes deben acceder desde la capital en transporte público, es probable que tengan que tomar al menos dos colectivos y, para quienes viajan en auto, el acceso puede resultar muy lento; tanto que, en algunos casos, se tardó casi una hora en recorrer los últimos mil metros antes de ingresar al estacionamiento del predio. Esta misma situación fue experimentada por miles de fans, lo que llevó a la organización del evento a retrasar su inicio media hora. La espera, sin embargo, fue amena, con música de fondo y varios entretenimientos en la pantalla. Desde una trivia de THE OFFSPRING que consistía en preguntas con opciones para que sus fans pudieran medir su conocimiento sobre la banda, videos de surfistas, una carrera animada de jets y hasta una animación que simulaba un videojuego de la banda, en el cual Noodles y Dexter recorrían un escenario recolectando monedas y cuyo objetivo final era rescatar al niño de la portada de Americana, que se balanceaba temeroso al final del recorrido. Finalmente, faltando 5 minutos, un enorme reloj comenzó una cuenta regresiva y ya nada sería igual esa noche.

Yeah, Yeah, Yeah Yeah, Yeah!” fueron las palabras que gatillaron el frénetico inicio del show, plantando la bandera de la adolescencia como estandarte junto a All I Want (“deja tus reglas/deja el sermón/estoy harto de no vivir para seguir vivo/Déjame en paz, pido mucho?/ No quiero que me controlen/Es todo lo que quiero”) y mostrando una actitud que, a pesar del paso del tiempo, sigue tan vigente como en los 90. No hace falta decir que el recinto estalló en euforia y lo que hacía minutos era un mar calmo y tranquilo de gente, se vio súbitamente revuelto en empujones, rondas, saltos y gritos. A esta altura de su carrera, THE OFFSPRING es una banda de las ligas mayores y tienen en su haber una gran cantidad de shows y festivales que les han dado la experiencia, el presupuesto y el equipo necesarios como para no tener que transitar por aquellos problemas que suelen ocurrirle a bandas más chicas, como un sonido defectuoso al principio del show. Desde el minuto cero, el sonido fue fuerte, atronador pero a la vez claro, permitiendo distinguir cada instrumento y la voz en todo momento. Sin pausa, siguieron Come Out And Play, trayendo al presente aquel maravilloso disco que los hiciera conocidos en todo el mundo, Smash, y que hoy en día sigue siendo uno de los más aclamados de su discografía; Want You Bad, del controversial Conspiracy of One, mostrando una faceta más clásica del punk, con ese sonido más rápido y crudo; y la más fiestera y alegre Staring at the Sun, del popular Americana. De esta manera, en cuatro canciones, la banda ya había paseado por los cuatro discos más importantes de su discografía, dejando a la gente exhausta y a las gargantas secas y exigidas. Sin embargo, no fue hasta después de Original Prankster y una versión instrumental extremadamente festejada y coreada de nuestro popular “Ole, ole, ole, oleeeee…” que la banda hizo su primera interacción con el público en unas breves palabras agradeciendo la concurrencia, tras lo cual explotó confetti por todos lados para dar comienzo a la segunda canción de su último trabajo, Make it All Right (la primera había sido Looking out for #1). Estas son quizás las cosas que hacen pensar un poco acerca de la coherencia entre el estilo que practican y el show que brindan. El punk estaría, por definición, en oposición a todo esto del confetti, las pantallas, y todo aquello que convierta un show de rock en un producto de consumo masivo, ¿no? De hecho, el punk, desde su postura, era un género destinado al fracaso porque, justamente, en el momento en que se convirtiera en un producto comercial estaría en oposición a su filosofía. Pero bueno, dejemos ese debate para otro momento, aceptemos que hoy hay bandas como estas que dan unos shows increíbles y disfrutemos de su música.

Llegó entonces el momento en el cual, afortunadamente, se pudo encontrar un punto de contacto entre el punk y lo que habitualmente se cubre, que es el metal. Pues, finalizada Make it All Right, Noodles, vistiendo su clásico saco estilo príncipe de Gales, sus gafas y su pelo bicolor de siempre, comenzó a esbozar los primeros acordes del clásico de DEEP PURPLE, Smoke on the Water, a modo de broma, tras lo cual, Dexter, se acomodó diciendo: – “Hoy estás tocando bastante prolijo. ¿Por qué no seguís tocando esas cosas raras que sabés en la guitarra? Continuá entreteniendo a la gente.” y se retiró del escenario. Noodles, algo tímido y bromeando (como siempre), dijo: – “Voy a tocar una parte de una canción, lo poco que sé, que todos conocen. Espero hacerlo bien!” De esta manera, una nota estirada y disonante sonó de su guitarra dos veces, antes de que su voz con efecto robótico, dijera “I am Iron Man” y así comenzara a sonar durante un momento el clásico de BLACK SABBATH, Iron Man, riff que casi todo el recinto acompañó coreando “Ooooh Ooooh Oh Oh Oh…”, elevando la energía inmediatamente. Tras terminar el pasaje y preguntar si lo había hecho bien, el guitarrista gritó: – “¿Les gusta el metal clásico?” y alzando aún más la voz repitió “¿¡Les gusta el metal clásico!?“ Para comenzar una versión un tanto rústica de Back In Black de AC/DC para luego pasar a una version que comenzarío de manera lenta y que finalizaría frenéticamente acelerada de Hall Of The Mountain King, que ofició de antesala para el momento más enérgico de la noche junto al cover del estandarte del punk Blitzkrieg Bop de RAMONES. Si en algún momento del show hasta ahora, había alguna duda sobre la presencia del verdadero espíritu punk entre la gente, fue entonces que se desvanecieron todas las dudas. Un enorme pogo se desató en la parte delantera del campo (pues sí, el campo estaba dividido en delantero y trasero por una valla) y el resto del recinto se paró, saltó, gritó y coreó al unísono el inconfundible “Hi, Ho, Let’s go!”.

De aquí en adelante, el show manejó una intensidad constante, sin disminuir ni por un instante, hasta el final de la noche.

Luego prosiguió una versión de Bad Habit, ante la cual el público mantuvo la energía del cover de RAMONES, que fue interrumpida cerca del final para bromear un rato más, donde Noodles diría: “Son un coro de ángeles pero me parece que cada tanto les gusta hacer un poco de quilombo…creo que son unos locos de mierda”, retomaron la canción y el pogo continuó aún más fuerte y descontrolado. Gotta Get Away nos trajo un poco de introspección antes de la festiva algarabía que acompañaría a las cómicas Why Don’t You Get a Job y Head Around You. Tras esta última, hubo un breve solo de batería del joven Brandon Pertzborn (ex MARYLIN MANSON y SUICIDAL TENDENCIES, entre otros), que dejó a todos asombrados. La pegada que tiene y la inusual prolijidad con la que ejecuta su instrumento, para tratarse de una banda punk, fueron sencillamente brillantes. Una sólida y robusta máquina tras los parches, capaz de empujar a la banda, en conjunto con el bajo de Todd Morse, en todo momento. Fue entonces que Noodles retomó el micrófono junto a Dexter para generar el clásico momento de hacer cantar al público en una especie de competencia entre sectores del recinto, emulando un poco al inigualable Freddie Mercury cuando hacía lo mismo. Este pequeño juego desembocó en la canción más exitosa de la banda, Pretty Fly, logrando que todo el recinto se pusiera a bailar al son de la misma. Todo este segmento del show mostró diversos artilugios del entretenimiento, como dos enormes esqueletos inflables a los costados del escenario, iluminados con luces internas de diversos colores, una pantalla enorme por detrás donde se podían ver diferentes animaciones y fondos coloridos (que variaban desde videojuegos como el Galaga hasta paisajes del lejano oeste o chicas bailando en torno a un motel), e incluso pelotas inflables gigantes arrojadas al público para que jugaran con ellas; casi como convirtiendo todo en un show de TV. Para Pretty Fly, los esqueletos se desinflaron y fueron reemplazados por otros dos muñecos inflables, muy flaquitos (en alusión a la canción), que se movían de manera ondeante, como aquellos que se suelen ver al costado de la ruta para llamar la atención del conductor y dirigirlo a un determinado comercio.

Para el final quedaron la crítica The Kids Aren’t Alright, abordando la desilusión y el deterioro del futuro de los jóvenes en la sociedad, el desencanto con la vida adulta y una reflexión sobre la juventud perdida, en una canción con un riff inconfundible y de los más recordados, y, acompañando a esta, el clásico Self Esteem, que detonó, literalmente, el Live Arena para dar un cierre perfecto a una velada sin igual.

Más allá de los achaques propios de la edad, tanto Noodles como Dexter se muestran en excelente estado y capaces de hacer frente a las exigencias de sus canciones y la velocidad del género que practican. Si bien no se puede decir que Dexter interprete las líneas vocales como hace treinta años atrás (¿acaso alguien puede?), se debe reconocer que su performance es impecable y no utiliza el recurso de tantos otros de hacer cantar al público o bajar de tono abruptamente; por el contrario, en ocasiones llega a los registros más altos y en otras… no, pero lo intenta y sale airoso en el esfuerzo.

Por una u otra razón no había sido capaz de ver a la banda en ninguna de sus nueve visitas anteriores y acudí a esta noche con cierto escepticismo o duda que, por suerte, se desvanecieron casi al comenzar el show. Por tal motivo, se puede concluir que, a más de tres décadas de su irrupción en la escena, THE OFFSPRING sigue demostrando por qué es una de las bandas más queridas del punk californiano. Con una ejecución impecable, un show cargado de energía y un setlist que equilibra nostalgia y vigencia, la banda sigue entreteniendo y conectando con el público como pocos pueden hacerlo. En un mundo donde el punk ha mutado y su espíritu contestatario a veces parece diluirse en la industria de la música, el estilo que ellos ayudaron a popularizar sigue siendo una puerta de entrada para nuevas generaciones. Y más allá de cualquier discusión sobre la evolución del género, THE OFFSPRING sigue levantando el estandarte de la juventud eterna, ofreciendo un espectáculo que es, ante todo, una fiesta.

 

Texto: Estanislao Aimar
Fotos: Estanislao Aimar
Agradecemos a Silvana Gomez Caje por la acreditación al evento.
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