Año: 2025 | País: Argentina | Género: Death metal | Sello: Independiente | Lemmymómetro: ♠♠♠♠♠♠♠♠♠ (9/10)
El death metal argentino sigue demostrando que goza de un gran nivel y una excelente salud, con una cantidad de propuestas en constante crecimiento y cada vez de mayor calidad. En este contexto, MISA NEGRA se posiciona como una de las bandas que mejor representan esta fuerza musical en la actualidad.
Integrada por Martín Madariaga y Nahuel Urtazun en guitarras, Alejandro Olmedo en bajo, Ricardo Krotter en batería y Matías Ibáñez en voz, la banda lanzó en el primer semestre del año su segundo trabajo de estudio, Umbral del Báratro. La vara había quedado muy alta con su predecesor, Ceremonia, publicado hace siete años, y era un disco muy esperado, sobre todo después de lo mostrado en 2018. Lo interesante es que, a pesar de los cambios en la formación, la propuesta se mantiene firme dentro del death metal más clásico, con ese espíritu old school, aunque cada tema conserva un gancho particular que atrapa. Además —y en una nota que personalmente me gusta mucho—, el sonido adquiere una impronta moderna que lo hace más contundente y efectivo. Algo que llama la atención, es que algunos singles quedaron fuera del disco, como Cáustico y Manumisión. Sin embargo, eso dio lugar a un lanzamiento compuesto por nueve canciones (seis propiamente dichas y tres pasajes instrumentales) impecables y completamente nuevas. Queda la intriga de saber si algunas de ellas ya formaban parte del repertorio en vivo.
Tras varias escuchas completas del disco, la impresión que deja, una vez más, es la contundencia. MISA NEGRA volvió a apostar por la brutalidad despiadada, pero sin descuidar el criterio ni la meticulosa producción de esta carnicería sonora. La banda administra muy bien las dinámicas, sabiendo cómo pasar de lo trepidante y veloz a lo más pesado y lento, con grooves inesperados que terminan encajando a la perfección. Ya desde el inicio, con esa incomodidad dramática que genera Llegada antes de desembocar en El báratro, se percibe ese equilibrio entre violencia y control. El sonido es cavernoso y denso, y Matías Ibáñez empieza a desplegar una de sus facetas más demoníacas, algo que sostendrá durante los casi veinte minutos que dura este material. El tema homónimo se desarrolla de manera serpenteante, bajando un poco los BPM, hasta que en Prokroústes todo se desmadra. Es uno de los puntos más altos del disco: blast beats, breakdowns y cambios de ritmo asesinos, con alguna reminiscencia del viejo SUFFOCATION. El cierre de esta secuencia llega con El parador, menos violento, pero con punteos de guitarra de aire blackmetalero que resultan más que interesantes. Rudra, el antepenúltimo capítulo, retoma ese pulso serpenteante y por momentos sincopado, dando espacio para que el escuadrón instrumental se luzca. Como ya se dijo, la voz macabra de Ibáñez es, en líneas generales, el emblema sonoro de este trabajo. El cierre con Ars Goecia despliega todos los recursos posibles: medios tiempos, aceleraciones y ráfagas de blast beats, acompañados de letras cargadas de oscuridad que terminan de sellar el concepto de Umbral del báratro de manera impecable.
En resumen, Umbral del báratro es un viaje siniestro en el que la banda, sostenida de alguna forma por Martín Madariaga, único integrante original de la primera formación, logra mantener la esencia del disco debut. Sin embargo, se percibe aquí un trabajo más detallista y pulido en los arreglos y matices técnicos de sonido. Aun así, se pierde parcialmente lo atrapante de Ceremonia, quizá el rasgo más distintivo de aquel primer álbum, que desde el arranque con Entre montañas envolvía al oyente en un manto oscuro. Este segundo capítulo se toma su tiempo para hacerlo, pero cumple con su cometido: reafirma la identidad de MISA NEGRA y deja en claro que la banda atraviesa un momento de consolidación y crecimiento. No busca reinventar nada ni descubrir la pólvora, pero entrega exactamente lo que promete: death metal sólido, brutal y cuidadosamente elaborado.
Texto: Luis Gallucci
