Richter… ven a mí
Hay shows en el año que uno espera y mucho, bueno… este fue uno de ellos. Como cronista muchas veces ves a bandas que quizás nunca hubieses imaginado opinar, otras que uno lógicamente elige y otras que uno anhela. Justamente las de ese último lote son las que nunca vinieron, que tardan mucho en volver o que nunca vendrán. El caso de MOONSPELL claramente está del lado de las bandas que hace mucho no llegaban a la Argentina ya que la última vez que lo hicieron fue hace casi nueve años atrás cuando nos visitaron junto a TIAMAT, y si bien habían tocado suelo Sudamericano vimos pasar el avión que los transportaba por arriba de nuestras cabezas un par de veces. ¿Cuestiones para que esto suceda? Muchas probablemente, pero si hilamos fino seguramente la historia está relacionada a la variable económica. Como tal, no debe de ser muy económica que digamos la banda (o eso intuyo) y como pasó en otras oportunidades con ellos y AMORPHIS (por nombrar alguna que otra entre varias) no llevan la gente que merecen y así todo se complica más aún, y por sobre todo para los organizadores, quienes son en definitiva los que traen a la banda lógicamente con el apoyo posterior de la gente. Finalmente la historia se pudo cerrar y por tercera vez pisaron suelo Argentino.
Esta vez no fue la excepción lamentablemente y resulta un poco inentendible como una banda como MOONSPELL no colme un Roxy. Tampoco estaba vacío, pero tickets se cortaron pocos si comparamos con bandas que recientemente hemos visto en el mismo lugar. Sumale a esto que a la gente ya no le da más el bolsillo para tanto show seguido y día tras otro se siguen anunciando más y más bandas, así que con este panorama resulta casi imposible que el llenar un recinto “x” sea viable. De todas maneras con un Roxy parcialmente poblado de emociones, vivimos un show interesantísimo, hermoso, de buen sonido, con una cuota teatral pocas veces vista, acompañado de una linda escenografía, vestuario, luces y posicionado por sobre todo en un eje musical equilibrado, no sólo desde lo que la banda eligió para el setlist sino por como fueron llegando los distintos momentos del show.
Entregadísimos por completo ante su gente salieron al frente con todo y durante más de una hora media nos deleitaron con clásicos de antaño, bastante tocaron de “1755”, su nuevo disco (al menos seis canciones), y también repasaron algunas de los discos que nunca vinieron a presentar como “Alpha Noir” y “Extinct”. Cuestión es que todo arrancaría con una intro que nos metería de lleno en su conceptual último álbum que hace alusión al terremoto más importante de la historia vivido en Lisboa y se ha tomado, a diferencia de otras oportunidades, actuándolo. Fernando Ribeiro, su cantante y máximo escritor de la historia es quién ha liderado las alas del presente ejemplar y en vivo es el mismo quién también lo lleva con énfasis dejando en claro el mensaje de lo vivido con los lógicos palos a la iglesia en todo lo que va manifestando.
Desde la apertura del show con “Em nome do medo” (la re-grabaron en realidad, había formado parte de “Alpha Noir”), pasando por la homónima del “1755”, “In tremor dei” y “Desastre” fueron una especie de pasarela de un desfile de indumentaria, máscaras, accesorios (arrancó cantando con un farol en la mano) y lo más loco de todo es que le encontraron la vuelta para ambientarlo todo en relación a esa época. Interesante laburo del quinteto, su disposición arriba del escenario, es más, hasta la barba y los bigotes de Ricardo Amorim estoy casi más que seguro que buscaron conjuguen con esta nueva propuesta musical. Muy bien cantado, muy bien actuado, todo muy lindo… lindos condimentos, mientras el sonido se iba acomodando gradualmente. Inicialmente no fue de lo mejor, la batería a mi entender sonaba muy fuerte pero con el correr del show todo se fue alineando. Fernando estuvo siempre muy bien, pero por momentos no se si por déficit de él mismo al regular mal sus cucarachitas “in ears” o no se que cosa, hacía de que su voz se esfume y vuelva a aparecer. Pero que decir de su trabajo, es un lujo verlo en todo sentido, un capo, un crack, la rompe, te mete al show de una manera pocas veces vista, como contagiosa.
Si al sonido de la viola de Ricardo por momentos lo sentí medio pobre, de hecho, varían sus afinaciones entre disco y disco y nunca sale a la cancha en vivo también bajo la misma estructura, con la misma receta. En este sentido si comparás disco tras disco que la banda ya ha editado, los sonidos de las seis cuerdas siempre fluctúan. En vivo por momentos su performance carece de fuerza y carácter, andá a saber porque… pero medio que algún valor se pierde, pero eso si, sin perder el hilo de la historia. El tipo es un relojito. La vez anterior cuando los vi en el Rock In Rio sentí exactamente lo mismo y volví a pensar de nuevo: “Che, no estaría nada mal que al menos en vivo tengan una guitarra más a modo permanente”. Así y todo con el paso del tiempo del show esta historia se acomodó y lo terminaron al mismo bien arriba, con creces. Lindo espectáculo.
Demás está decir que hubo un gran trabajo del querido Don Aires en las cuatro cuerdas, muy efectivo, haciendo de las suyas también en soledad, lindos acordes, lindos acompañamientos y lindas bases, contundentes. Por otro lado Mike junto a su imponente batería lideraría los sonidos más potentes que la banda diera y el estilista de la banda como lo es Pedro mutaría entre las variables góticas que tiene esencialmente el grupo y cada tanto agarraría la guitarra para darle una mano a Ricardo con alguna que otra melodía. Se que quizás es en vano decirlo, pero estamos ante un equipo con mucho oficio, y es aquí justamente donde la historia garpa. Siempre que veas a MOONSPELL no ves una banda común y corriente sonando, ves una especie de obra de arte dotada de componentes completamente variables, es como un mix.
Mientras tanto, después de las mencionadas canciones llegaría también el turno para una serie de clásicos como “Opium”, “Awake” y posteriormente mecharían a historia con canciones de los mencionados álbumes no presentados en el país como “Breathe” y “Extinct”, eso sí, sin soltarle la mano al estelar y conjugando de muy buena manera con relatos y comentarios de Fernando de por medio acerca de lo que trajo consigo este álbum conceptual. Justamente de ese sonaron temas como “Ruínas”, “Evento” y una de las mejores del disco como “Todos os santos” donde el cantante peló una cruz que desde su centro emitía rayos lásers y los mismos eran dirigidos hacia nosotros a modo de ¿evangelización?. ¿Y sabés que sensación me llevé? Que esta última placa es mucho más linda escucharla en vivo que en estudio, de hecho como fan de los Portugueses debo decirte que me parece de lo más flojo en materia musical editado por ellos a la fecha, y digo esto sin ningún tipo de desmerecimiento, aunque si con franqueza.
Entre medio de todo esto llegarían temas infaltables en el setlist de la banda como “Vampiria” (de las más coreadas) y “Alma Mater” donde la gente prácticamente estalló, armando técnicamente el pogo más contundente de la noche. En la primera mencionada Fernando llevaría su fisonomía justamente a la de un vampiro y siendo fiel y congruente a todo lo plasmado, con su característica y versátil voz nos llevaría tanto en esta canción como en el resto de show a órbitas únicas e irrepetibles. Para el cierre y sorpresa de muchos “Everything invaded” llegaría a para hacer crujir las paredes del recinto y cerrarían la historia con “Scorpion flower” (con la voz de Anneke de fondo sonando en una pista) y la gloriosa y emotiva “Full Moon Madness”, en la que más de a uno se le piantó un lagrimón, no solo por todo lo que su letra transmite sino por esos sonidos que si bien en estudio pegan fuerte, ni te digo en vivo lo que son.
El show de la banda más famosa de Portugal en Argentina fue un éxito. Fue una especie de reproducción del sismo vivido el cual con poco público presente no hizo más que la escala del renombrado científico equipare musicalmente a lo visto y sentido desde el punto de vista musical y teatral. Resulta complejo para los productores locales el poder traer a bandas “distintas”, lo sé, pero ante tanta oferta se complica para los bolsillos de la gente, más aún cuando hablamos en dólares. Los gustos en la vida hay que dárselos y si no se lo dieron, aprovechen la próxima vez que vengan estos muchachos, ya que no se cuantas próximas más habrá; y no lo digo esto justamente porque el cuero a ellos no les de. Para mí siempre serán bienvenidos y como banda donde no hay género más claro que los defina como el gótico, aunque me quedaré siempre con mi paladar cargado por las varias melodías en las que siempre desde chico transité. Santos no sé si serán, tampoco me interesa. Que el sismo los bendiga.
Texto: Hernán Mazón
Fotografía: Estanislao Aimar
Agradecemos a Marcela Scorca vía ICARUS MUSIC por la acreditación al evento.
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