Año: 2025 | País: USA | Género: Death metal progresivo | Sello: Metal Blade | Lemmymómetro: ♠♠♠♠♠♠♠♠♠♠ (10/10)
Con dieciséis años de carrera y cinco álbumes, RIVERS OF NIHIL, uno de los grandes exponentes del death metal progresivo moderno, decidieron subir la apuesta con su nuevo disco homónimo de diez canciones que prometía mucho en la previa de su lanzamiento; quizás el lanzamiento más ambicioso hasta ahora para los estadounidenses. Un disco homónimo, en líneas generales, suele indicar un regreso a lo básico o un nuevo comienzo, pero tras una escucha exhaustiva de este nuevo material, queda claro que ambos factores están en juego. El bajista y fundador de la banda, Adam Biggs, se convirtió en el nuevo vocalista principal en 2023, mismo año que marcó la aparición del guitarrista Andy Thomas (ex BLACK CROWN INITIATE), cuya voz también juega un papel destacado en Rivers of Nihil. Para la ocasión, además de Brody Uttley en guitarras y teclados y Jared Klein en batería, (y algunos coros para darnos una paleta vocal triple a lo MASTODON), también cuentan con la participación de otros músicos, como Patrick Corona en el saxofón, Stephan Lopez en el banjo y una gran lista de músicos invitados, demostrando un poco qué tan ambiciosa es esta propuesta.
El camino hacia Rivers of Nihil podría decirse que arrancó el 15 de junio de 2023, cuando conocimos The suborbital blues. Luego, en octubre, salió Hellbirds y por último, Criminals en abril de 2024. Para mi sorpresa, tanto la primera como la tercera de estas, aparecen en este nuevo disco, pero no Hellbirds. Sin embargo, los norteamericanos afirmaron que la era del disco homónimo como tal, comenzó el pasado febrero con el lanzamiento de House of light, donde la banda también comentó que “encapsula a la perfección la esencia de lo que hacemos, ofreciendo una perspectiva diferente del sonido con la nueva formación”. Pero realmente, el disco es una colección de diez canciones que son obras maestras y verdaderas lecciones de construcción de ambiente (un tanto similar a su magnus opus de 2018, Where owls know my name, donde las canciones cambiaban de dirección de manera sorprendente y el factor sorpresa era clave). En el presente lanzamiento, tenemos canciones más bien experimentales, como lo son Water & time o la mencionada House of light, con intros más bien electrónicas o dubstep que juegan mucho con la ambivalencia vocal y con apariciones del saxo bastante más coherentes que las que se desarrollan en otras canciones. Pero también tenemos las puertas del infierno abiertas ya garantizadas con canciones como Dustman, que arranca mucho más cruda y visceral, apelando a los viejos tiempos de Monarchy (2015), con un death metal a puro doble pedal y un breakdown macabro y disonante. Además, encontramos canciones que evocan al nombrado disco de 2018, donde exploran un poco más el concepto de densidad, llegando a momentos a lo MESHUGGAH con Despair church o American death, donde las guitarras son bien crujientes, los ritmos infinitamente disonantes y viboreantes. Son una montaña rusa de sensaciones, con apariciones polémicas del saxofón.
Pero, sin ánimos de contradecir a los arquitectos de este disco, la verdadera obra maestra que encapsula las habilidades musicales de RIVERS OF NIHIL, llega en el anteúltimo tema, The logical end, donde toda la magia de la banda se resume en una canción que pasa del sentimentalismo a la brutalidad en instantes, sin perder esa pizca de maestría y con una letra muy sentida sobre la fortaleza y la autosuperación. Luego, el final llega con Rivers of Nihil, lejos de ser una canción cargada de oscuridad, nihilismo y desesperanza, trata más sobre dejar pasar el tiempo y no dejarse llevar por la oscuridad siendo, en términos musicales, quizás la más etérea e introspectiva del álbum, con poco contenido realmente visceral. La perfección es una meta inalcanzable, y aunque este disco le pasa muy de cerca a esta “meta”, tiene algunas cuestiones que no terminan de cerrar pero no empañan para nada el trabajo excepcional que hicieron.
Más allá de alguna inclusión forzada del saxofón, que se sobrelleva bastante bien, el único “error” real, es la decisión de cerrar con Rivers of Nihil que, si bien no es una mala canción, resulta algo anticlimática y está muy a la sombra de lo fenomenal que es The logical end. Pues esta, con su intensidad tanto visceral como emocional, realmente se siente como el final lógico del disco. Más allá de esto, estamos frente a un disco fantástico y totalmente merecedor de la expectativa que los estadounidenses generaron. Con una progresión y evolución melódica, dinámica y atmosférica que evoca una versión más enfocada y macabra de la DEVIN TOWNSEND, y sin caer en el reciclado de sus mejores momentos, que es algo que suele pasar cuando una banda busca resignificar su sonido o esencia. Sin dudas, es otro contrincante para el disco del año que, en lo personal, me será muy difícil de elegir.