El SOLID ROCK FESTIVAL nos convocó nuevamente en Argentina hacia un festival de géneros diversos. Para algunas de las bandas como es el caso de BLACK STAR RIDERS, sería la primera vez en nuestro país. Para otras como ALICE IN CHAINS la segunda y para los flamantes JUDAS PRIEST, fue algo así como sentirse en casa después de un par de años de las ya varias visitas que nos regalaron. Cuestión que como viene sucediendo, fue un Festival raro en materia de asistencia y poder de convocatoria; y si bien no estuvo repleto como uno hubiese imaginado, la asistencia fue bastante adecuada. Con sólo decirte que desde la organización a último momento largaron una serie de entradas a menor costo, cuestión que sirvió mucho para que se ocupen aquellos espacios vacíos que definitivamente iban a quedar. Recordemos que todos los shows internacionales están sufriendo una especie de bajón en relación a la cantidad de asistentes y este particularmente no fue la excepción.
De hecho del predio de Tecnópolis al aire libre, el show se pasó al Microestadio. Varias cosas han cambiado y si bien los nuevos discos de JUDAS y de AIC son una masa, atrás quedaron aquellos días en que la banda inglesa llenaba estadios en nuestro país, como fue en al menos un par de oportunidades. Cuestión que más allá de este dato no poco significativo, el lugar elegido como tal estuvo muy bien y las bandas dieron un gran show. No tuve la chance de llegar a ver a las bandas locales, pero si empecé a tener interacción con el show alrededor de los 19 hs., momento en el que BSR se haría presente en el escenario. La flamante banda gestada bajo la sombra de los mágicos e inigualables Irlandeses THIN LIZZY llegaría con un miembro histórico de esa formación bajo sus alas como lo es el capo de Scott Gorham, acompañado por Damon Johnson, Chad Szeliga (ex BLACK LABEL SOCIETY), Robert Crane y con el siempre buena onda y arengador de Ricky Warwick (THE ALMIGHTY) quién fue sumamente necesario no solo vocalmente para que la cosa prospere sino que se erigió como un importante frontman, invitando no sólo a los presentes a levantar el culo del asiento sino también como fuente anímica de sus propios pares arriba del escenario.
Siempre entendí que este tipo de propuestas donde hay gente que tiene sus buenos años arriba de un escenario, necesitan de un personaje así, es más, te diría que es casi indispensable para que la cosa prospere y vaya realmente bien. Y Ricky hizo todo bien, como el capo de Scott en las seis cuerdas, a quien dio gusto ver en vivo por primera vez. Entre ambos se repartieron lo mejor que la agrupación mostró arriba del escenario. Lógicamente entremezclaron temas propios con algunos pocos clásicos de TL, siendo éste justamente el punto punto más alto del show. Parece loco no… pero la banda tiene temas buenísimos -demasiado emparentados para mi gusto con la génesis de TL- así y todo, nunca llegar a mover el amperímetro tanto como cuando ejecutaron los covers. Sonaron durante la ejecución de temas propios, canciones como “Jailbreak” y “The boys are back in town”, y realmente fue una masa, esperable, a pesar de que me hubiese gustado escuchar un poco más. Pero bueno, en 45 minutos tampoco tanto más se puede hacer aunque so bastó para levantar los ánimos de una noche que gradualmente se fue poniendo a tono.
Ya con más gente dentro del recinto, subiría a escena AIC, quienes con sonidos de piano seco de por medio tirado desde una pista, ingresarían al escenario y también se irían de la misma manera. El show fue genial y si bien en un lapso intermedio del show medio que no me sentí tan cómodo como en la visita anterior, debo dar fe de que los temas nuevos en vivo re garpan y todos se tocan todo, dejando todo de si. El morocho está un tanto más atrevido y se lo siente mucho más afianzado en la banda, pero el claro dominio de Jerry tanto en la voz como en la guitarra, son los toques que necesita la banda para sonar como tal y no perder el hilo que es sumamente necesario para mantener continuidad con lo que banda siempre hizo y porque no, en cierta medida, cubrir el ausencia faltante de ese gran cantante que fue Layne.
Canciones viejas y otras nuevas como “Never Fade”, “The One You Know” o bien el homónimo “Rainier Fog” le dieron al show un efecto único, haciendo del set algo completamente entretenido y diferente. Personalmente me hubiese gustado escuchar “All I Am”, pero bueno, sobre gustos no hay nada escrito. Si decirles también de que siempre los vi muy enganchados con la gente, como bien conectados y felices de recibir un “Olé, Olé” tras otro. Es raro por momentos sentir que AIC haya sido una banda que nunca llegó a nuestro país en su mejor momento, y si bien el de hoy es próspero e interesante, quién no hubiera dado por verlos en la época de “Dirt”, por nombrar una de las tantas ¿No? Pero bueno, para suerte de muchos de nosotros desde el 2009 a la fecha los tenemos sacando un disco tras otro y girando a más no parar. Así y todo, los momentos más lindos y disfrutables fueron durante la ejecución de las canciones viejas, aunque creo que sobre el escenario gustó más mostrar lo nuevo, algo parecido a los sucedido con sus predecesores de BSR. Que se yo, vino Alicia y con ella una gran parte de su historia, sino decime como no disfrutar canciones como “No Excuses”, “Man In The Box”, “Angry Chair”, “Nutshell” o bien la gloriosa “Rooster”. Cientos y cientos de clásicos bajo la gaveta, un montón para una hora y pico. Los esperamos, fija que vuelven.
Ya con ellos abajo del escenario, pude percibir que una buena importante cantidad del público se retiró del estadio, cuestión que me llamó la atención, y no tanto tampoco a la vez, ya que la llegada de JUDAS era esperada por los metaleros más aguerridos de nuestro país y que yendo al caso si a géneros nos referimos, poca familiaridad existe no solo en su música, sino entre sus fans, con lo cual intuyo que gran parte fue a ver a AIC y otra a JUDAS. Por eso la llegada de los ingleses se esperó y mucho. Hacía tiempo de que no veía tanta ansiedad dando vueltas en el ambiente, y raramente esta se rompió después de escuchar la intro de “War Pigs” clásico de los insuperables BLACK SABBATH cual sonó de fondo con las voces de los presentes coreando la historia. Lógicamente premeditado por la banda, me pareció un lindo gesto por parte de ellos, que en definitiva, ni más ni menos, reivindicaron su historia, dejando en claro que los verdaderos reyes del metal son sus pares coterráneos.
Diez y veinticinco marcaba el reloj y JUDAS llegaría a romper todo tipo de esquemas con “Firepower”! Con un escenario y una escenografía sencilla sería la succión del telón la parte más llamativa en la materia, ya que no hubieron ni fuegos, ni cosa por el estilo como otras veces hemos visto. Muy buenas luces, un sonido estridente al principio que por suerte fue corregido con el correr del show y todo se disfrutó mejor. Más allá de eso, el show de JUDAS fue categórico, por sobre todo el trabajo de Roberto, alguien al que al parecer la edad no le pesa tanto y lleva esos 68 pirulos con un lujo de aquellos. Lo que cantó, no tiene nombre. De hecho las interpretaciones de los temas viejos como “Sinner”, “The Ripper”, “The Green Manalisihi”, “Grinder” o bien como la de “Hell Bent For Leather” fueron excelentes, algo así como una revalidación y revitalización para hacernos sentir que están más vivos que nunca.
Probablemente debamos de darle unos cuantos créditos a sus dos guitarristas, Richie y Andy, quienes la dejaron “así” de chiquitita. El primero, ya me había tapado la boca en la anterior visita y si bien de Andy a nivel mundial no cayó muy bien su incorporación (al menos en los metaleros más cerrados¿?), sumada a la decepción por otra parte (en la cual me incluyo) por la no invitación nuevamente a las filas de KK Downing, realmente debo decir que la incorporación del reconocido Productor de JP y tantas bandas más fue una clara y justa elección. Me retiré del recinto entendiendo que ambos violeros le dieron una cuota de frescura notoria a la banda, lo que se terminó de confirmar con una actuación prolija donde los pifies no existieron. Dentro del setlist elegido siempre los sentí súper cómodos y entregados, y si bien la banda nos paseó por muchos clásicos, un poco del nuevo álbum se pudo escuchar y eso estuvo genial también, o al menos era lo esperable.
Mientras que entre tema y tema Roberto no paraba de cambiarse de campera y pantalón, el quinteto no paraba de tirar riffs, machaques y cosas por el estilo. El trabajo de Travis siempre fue como el pulso de un reloj, quien más allá de su edad, sigue tocando algunas canciones como si fuer el pendejo de la gira de “Painkiller”, cual canción dicho sea de paso fue presentada por él mismo detrás de los parches previo al solo inicial diciendo: – “¿Qué quieren escuchar?” a lo que nosotros respondíamos: – Painkiller! – Qué? – Painkiller! – Qué? – Painkiller! Hermoso momento. Ya para ese entonces habían pasado canciones muy copadas de las nuevas como “Lightning Strike” o “No Surrender” (de lo mejor del show) las cuales a la vez se vieron mimetizadas por clásicos de antaño como “Desert Plans”, “Turbo Lover”, “Freewhell Burning” o bien como “Another Thing Coming”.
Para el cierre la banda nos dejaría con un triplete de lujo conformado por “Electric Eye”, “Breaking The Law” y “Living After Midnight”. Roberto se cantó todo. Roberto tiene una banda de vestuario. Travis parece un pibe tocando. Los jóvenes Richie y Andy se tocan todo. Hill, como siempre está arriba de la colina y no baja. JUDAS, es una gran banda, a los hechos me remito. Gracias por haber vuelto. El “true” metal será siempre bienvenido en esta tierra.
Texto: Hernán Mazón
Fotografía: No fuimos acreditados
Agradecemos a Melisa y Débora por la acreditación al evento.
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