W.A.S.P. en vivo en Argentina: “Bienvenidos al freak show”


Fecha: Miércoles 30 de abril, 2025 | Hora: 20:00 hs. | Lugar: Teatro Flores | Banda Invitada: INASULINA

No importó que hayan pasado cuatro décadas desde su fundación, ni que Blackie Lawless ya pelee el título de leyenda viviente: el regreso de W.A.S.P. a Buenos Aires tuvo sabor a revancha y emoción auténtica. Con entradas agotadas y una atmósfera de comunión heavy, la noche del 30 de abril fue una celebración del rock teatral, excesivo y emotivo que la banda supo cultivar desde los días dorados del Sunset Strip.

Todo comenzó con una elección inesperada pero cargada de simbolismo: The End, el clásico oscuro de THE DOORS, sonó como intro mientras las luces descendían y una figura en sombras se recortaba detrás del logo de la banda. La cita parecía advertirnos: esto no era solo un concierto, era una puesta, una misa de medianoche. El medley que siguió –W.A.S.P. Medley Remix– condensó esa idea en una ráfaga de riffs, fraseos y retazos de clásicos, marcando territorio de entrada.

El primer gran estallido llegó con I Wanna Be Somebody. El estribillo fue un solo grito colectivo. En ese instante, el Teatro Flores dejó de ser una sala para convertirse en una máquina del tiempo que nos arrojó directo a los años ochenta. El sonido fue alto, crudo pero claro. Blackie, a sus 67 años, no solo mantuvo su voz, sino también su capacidad de conducir el show como un actor de teatro enfundado en cuero. Sorprendentemente rejuvenecido, enérgico, movedizo y con gran presencia escénica, Blackie Lawless se mostró como un maestro de ceremonias oscuro, pero carismático, que aún se alimenta del poder del espectáculo.

Blackie no es solo el líder de W.A.S.P.: es el corazón ideológico, el director teatral, el guionista y el profeta de una banda que siempre entendió al heavy metal como algo más que música. A lo largo del show, combinó monólogos sarcásticos, gestos exagerados y miradas cómplices con un dominio absoluto del escenario. Incluso cuando presentó la idea del tour como un homenaje al primer disco —titulado “Album One Alive”— explicó entre risas que los promotores le pidieron que tocara los temas en orden. Fiel a su estilo, no quiso saber nada con seguir reglas: “Ustedes me conocen”, dijo entre guiños, reafirmando su leyenda de artista díscolo, orgullosamente incorregible.

La banda, conformada por el virtuoso Doug Blair en guitarra, el sólido Mike Duda en bajo y el imponente Aquiles Priester (brasileño, ex ANGRA) en batería—, mostró un nivel superlativo. A lo largo de todo el show, los tres construyeron versiones heavys, agresivas y densas de los clásicos, actualizándolos sin perder su esencia. Los riffs sonaron afilados, la base rítmica fue una locomotora, y el conjunto alcanzó una potencia sonora que hizo vibrar el Teatro. En canciones como L.O.V.E. Machine, el trío armonizó con precisión rockera, fundiendo la guitarra, el bajo y la batería en un bloque sonoro aplastante. Lo hicieron varias veces a lo largo del set, y cada una fue una clase de cohesión musical.

La puesta en escena acompañó con inteligencia. El escenario estaba montado como un oscuro espectáculo de feria, una especie de freak show infernal donde W.A.S.P. desplegó su ya clásica oscuridad bizarra. Cada tema fue acompañado por imágenes estilo VHS —clips y presentaciones en vivo de los ochenta— que generaron una atmósfera cargada de nostalgia y estética decadente.

El set avanzó con potencia. The Flame ofreció un matiz melódico sin perder la intensidad. B.A.D. recuperó el groove crudo y callejero de los primeros discos. School Daze, Hellion y On Your Knees desataron los pogos más salvajes de la noche. Pero el momento más épico llegó con Sleeping (in the Fire), donde el solo final de Doug Blair elevó la canción a otro nivel, con dramatismo, tensión y una descarga emocional que se sintió como un exorcismo colectivo.

El final del show fue un clímax cuidadosamente orquestado. Primero, con el medley Inside the Electric Circus / I Don’t Need No Doctor / Scream Until You Like It, donde se mezcló la velocidad festiva del primer tema con el groove funky del cover de Ray Charles (inmortalizado por HUMBLE PIE). La banda se mostró relajada, divertida y suelta, logrando que el combo sonara fluido y sin fisuras, mientras el público coreaba cada palabra como si cada estribillo fuera parte de una ceremonia privada.

Y luego, como si todo lo anterior hubiera sido un acto preparatorio, llegó el segundo medley: The Real Me / Forever Free / The Headless Children. Allí Blackie dio un golpe de efecto emocional. The Real Me (cover de THE WHO) sirvió de entrada caótica y frenética, con un trabajo instrumental furioso. Pero fue con Forever Free donde la cosa se tornó espiritual: las visuales de cementerios y cruces, la interpretación vocal sensible y ese aroma a balada glam épica le dieron una carga afectiva potente. Finalmente, The Headless Children funcionó como cierre político y apocalíptico: imágenes de guerras, líderes mundiales y caos global acompañaron una versión demoledora, cargada de simbolismo y poder. Fue el momento más teatral y denso de todo el recital. Para los bises, Wild Child fue recibida como un clásico inoxidable: todos los brazos en alto, puños cerrados, gargantas al rojo vivo. Y Blind in Texas selló la noche con una vibra descontracturada, casi de fiesta en el infierno.

El Teatro estuvo repleto. La gente —de todas las edades— respondió con una energía altísima, celebrando cada giro del setlist. No es para menos: esta fue la tercera vez que W.A.S.P. se presentó en Argentina (2005 en Obras, 2010 en Vorterix), y a diferencia de muchas bandas contemporáneas que han vuelto varias veces, la escasez de visitas volvió esta noche aún más esperada. W.A.S.P. ofreció mucho más que un show retro. Mostró que todavía puede dar un espectáculo completo, cargado de teatralidad, fuerza musical y vigencia estética. Y sobre todo, dejó claro que Blackie Lawless sigue siendo uno de los últimos grandes narradores del heavy metal. Un personaje que no envejece, simplemente muta, y que anoche nos recordó por qué el rock es, ante todo, una experiencia que se vive con el cuerpo y el alma.

Texto: Carlos Noro
Fotos: Cortesía Martín Darksoul
Agradecemos a Marcela Scorca de Icarus Music por la acreditación al evento.

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