Fecha: Domingo 4 de Mayo, 2025 | Hora: 19 hs. | Ciudad: C.A.B.A. | Lugar: Teatro Flores | Bandas invitadas: JEZABEL – BETO VAZQUEZ INFINITY
El domingo 4 de mayo fue, para muchos, una noche especial en El Teatro de Flores, porque SONATA ARCTICA volvió a pisar suelo argentino. Los finlandeses, coronados dentro del power metal, habían venido por última vez en 2023 al mismo lugar y, en esta oportunidad, como tantas otras bandas que nos visitaron últimamente, habían estado el día anterior como parte del festival Bangers Open Air en Brasil. Si bien su visita a Sudamérica correspondía un poco a eso, también lo era para continuar su tour para presentar el nuevo disco Clear Cold Beyond, lanzado en marzo del año pasado, donde buscaron volver un poco a sus raíces con temas más veloces y estructuras menos complejas.
El inicio de la jornada vino de la mano de JEZABEL. Los locales, que cuentan con una vasta trayectoria, dieron una buena performance a pura velocidad y con ritmos pegadizos, lo que rápidamente conquisto a un público que, desde la apertura, colmó prácticamente cada rincón de Flores sedientos de power metal. El sonido en general estuvo ajustado y lograron dejar una muy buena imagen. El show continuó con BETO VAZQUEZ INFINITY. El consagrado bajista y productor, Oscar Alberto Vazquez, más conocido como Beto (ex NEPAL), quien supo alguna vez compartir estudio con personajes de la talla de Fabio Lione (ANGRA , Ex RHAPSODY), TARJA TURUNEN, JÖRG MICHAELL (ex STRATOVARIUS) o CANDICE NIGHT (BLACKMORE’S NIGHT), volvió al escenario porteño que tantas otras veces lo tuvo presente, para regalarnos un poco de esa amplia trayectoria que lleva a cuestas. Dentro de su repertorio, se ganaron la ovación completa por interpretar I want out, clásico de HELLOWEEN, de una manera impoluta. Diez puntos para toda la banda.
Minutos antes de las 21 hs, las luces se escondieron para darle paso al plato fuerte de la noche. Luego de una breve intro instrumental, propia de la película Piratas del Caribe, First in Line, de su último álbum, fue le encargada de iniciar el espectáculo de los fineses y desatar la locura. En la misma sintonía pasó Dark Empath, también de su última producción, que tuvo muy buena aceptación también. Desde el primer momento se vio a Tony Kakko, vocalista y fundador de la banda, muy enérgico y participativo, constantemente interactuando con el público. El primer gran pogo llegó con Flag in the Ground que consigo trae velocidad y poder. Una excelente combinación que, como era de esperar, hizo estragos en el estribillo con la multitud saltando pero que, de manera estratégica, ubicaron previo a I Have a Right, para así calmar las aguas y recuperar el aliento. Siempre, la posta del espectáculo la llevo Kakko, y es más de lo mismo de lo que ya hemos visto anteriormente. SONATA con este show, cumplió doce presentaciones en ocho llegadas a nuestro país y, detalles más, detalles menos, siempre mantuvieron la misma línea, donde el vocalista lleva la bandera y el resto, salvo algún gesto, quedan relegados a la sombra. No es algo que esté mal, pero el showman es él y los demás parecieran mantener un hermetismo que puede ser hasta cultural.
Angel Defiled continuó la lista de las nuevas canciones a presentar, para así decantar en una seguidilla de clásicos hasta el final, donde las vallas serían testigos de la locura que acompaño a la banda. El primero, bajando un cambio en velocidad, pero subiendo cien en emotividad, la gran balada Tallulah llegó para fundir al público en un coro absoluto. Previo al inicio de este gran tema, Tony habló sobre lo que para él significa esa canción y cómo son las relaciones humanas desde su punto de vista, llevándose así una lluvia de aplausos y aprobaciones. Nuevamente, elevando temperatura, apareció The Last Amazing Grays, con un vocalista que nos hizo jugar levantando las manos por sectores, por grupos, para luego hacer un silencio estampa, preguntar si queríamos realmente cantar y que llegue, quizás, uno de sus más grandes éxitos, San Sebastian y que explote Flores en un salto unánime y descontrolado. Debo, obligadamente, poner un freno acá y hacer mención al baterista, Tommy Portimo, quien es el otro miembro fundador en vigencia. He visto a la banda en muchas ocasiones y he notado, ya desde hace algunos años, que lamentablemente no logra mantener durante el correr del show, el doble pedal que tanto caracteriza ciertos temas. Esta canción en particular, conlleva mucha velocidad de piernas durante prácticamente todo su desarrollo y es también algo que la convierte en un hit, pero las últimas presentaciones han tenido que arrancarla de otra manera, evitando todo lo posible el uso del doble bombo y esto la ha transformado radicalmente. Sigue siendo un gran tema, pero dista mucho de lo que era originalmente.
Pasó Broken, del disco Winterheart’s Guild, para que Tommy pueda así relajar las piernas. Este tema en particular, en la historia de la banda, es la que marca de alguna manera el inicio de su nueva era, donde se fueron alejando de la velocidad para concentrarse en ejecuciones más complejas y melódicas. En sintonía similar, llegó el primer tema de Ecliptica, su álbum debut. Replica, que junto a Letter to Dana, conforman los temas más suaves del disco, trajo consigo un sinfín de aplausos y coros, pero nuevamente fue Portimo quien perdió el rumbo. Al momento que le tocó entrar, lo hizo muy subido de tiempo y durante el desarrollo tuvo que pisar el freno y corregirlo. Esto ya no es por la exigencia propia de la canción, sino una desatención o algún problema con el retorno, pero el caso es que fue muy evidente y sumó un poroto negativo en la performance del batero. ¿Qué decir de My Land?… Hay temas que mueven multitudes y este, sin dudas, es uno de ellos. El desquicio fue total y las vallas fueron víctimas del movimiento masivo que generó. Si bien fue uno de los puntos más altos, nuevamente la batería mostró falencias, aunque menos evidentes que las anteriores. En los pocos momentos que este tema exige velocidad, Tommy cortó antes de lo que debían, metiendo algún fill para rellenar y pasar desapercibido, pero no lo logró por completo.
Fullmoon fue otro gran momento en la noche, donde tras el pedido de Tony, el público se fundió en un coro y canto para él tras las estrofas del inicio. Con un vocalista muy activo, nuevamente jugando con la gente en ciertos pasajes del tema, cerró la primera parte del set para hacer una falsa despedida, que extrañamente, tuvo a Tommy como protagonista, intercambiando roles de showman con Kakko, interactuando con los presentes haciendo que estos levanten los brazos formando una ola.
Luego del tan aclamado “ole, ole, ole…”, Wolf & Raven, clásico entre los clásicos, de uno de sus discos más aclamados como es Silence, llegó para aumentar la presión en El Teatro y evacuar toda duda de la fidelidad de la gente por su locura. Aunque no todo fueron rosas. Una vez más, la falta de estado físico del baterista reflotó y dejó en evidencia que hay ciertos temas que deberían pensar dos veces antes de ponerlos en la lista. Y, como era de esperar, de la mano de Don’t Say a Word vino el cierre, para que todos los que acudieron terminen enajenados por tantos clásicos ejecutados. Obviamente, antes de abandonar el recinto, fue Vodka la que nos despidió, con un cantante que dejó todo para que los presentes se llevaran un excelente recuerdo.
No cabe dudas que el power metal en Argentina mueve mucho y que hay bandas en especial, como esta, que convocan más aún. Se despacharon con un setlist espectacular, repleto de clásicos, uno mejor que el otro, pero, a la vista quedó que hay limitaciones físicas que podrían haber sido motivo, en parte, de esa mutación que sufrieron como banda, alejándose de la velocidad. Lo raro es que su último trabajo contiene muchas cosas veloces y la duda es cómo los podrán plasmar en vivo a futuro. A mi entender, quedarán solo como temas de estudio, salvo que hagan un cambio de formación o Portimo logre retomar su estado físico. De todas formas, siendo una banda legendaria dentro del género, cada vez que vuelvan a nuestro país, ahí estaremos para recibirlos.
