Fecha: Jueves 16 de noviembre | Lugar: El Teatro | Ciudad: C.A.B.A. | Hora: 20:00 hs.| Bandas Invitadas: BETO VAZQUEZ INFINITY – AZEROTH
Es indudable que el paso del tiempo ha convertido a BLIND GUARDIAN en uno de los referentes excluyentes del power metal alemán, a pesar de que, desde siempre, incluyeron elementos más vertiginosos, más pesados y luego más orquestales, que los diferenciaron de propuestas más clásicas del estilo con voces agudas, coros épicos y una velocidad elocuente. También es claro que los alemanes han tenido una especial preocupación por sostener una carrera prolija y casi sin momentos flojos, al punto de que no tienen una gran cantidad de discos de estudio (11 en 35 años de carrera) y una particular decisión de realizar giras puntuales (es la cuarta vez que visitan la argentina cuando otros coterráneos como HELLOWEEN triplican esa cantidad de venidas a nuestro país). Estas circunstancias, y la gran recepción de “The God Machine”, un muy buen disco que lanzaron el año pasado, seguramente sean las razones de peso para que el Teatro Flores luciera un lleno como pocas veces en el año y que se respirara en el aire una intensidad y buena onda pocas veces vista en los últimos tiempos.
En este contexto, y entendiendo que por las cuestiones que hablamos cada visita de la banda es especial, claramente los alemanes eligieron un set que tuvo como objetivo principal mostrar todas las caras musicales que propone el grupo. Entonces el inicio con “Imaginations From the Other Side” continuada por “Blood of the Elves” y “Nightfall” crearon rápidamente el ambiente propicio para que comenzara una especie de fiesta pagana que armó el público. La primera mostrando una faceta pesada y melódica; la segunda un clima casi thrasher y la tercera desnudando la faceta épica del grupo, esa que invita a que la gente participe casi obligatoriamente; algo que sucedió en varios momentos del show generando un hermoso clima en canciones como “Skalds and Shadows” o la icónica “The Bard’s Song – In the Forest”, donde la mayor parte de las canciones fueron cantadas por el público; fueron algunos de los momentos en donde la gente y la banda se contagiaron mutuamente la energía, dejando de lado las cuestiones protocolares y permitiendo que el show fuera creciendo en función del clima generado en el lleno total del Teatro Flores.
En este punto, a lo largo del show la figura de Hansi Kürsch pareció recibir con los brazos abiertos esa energía y utilizarla para que sus interpretaciones tuvieran un nivel sublime. No descubrimos nada si decimos que el alemán tiene una de las voces más particulares del género, con un nivel de agresividad y melodía poco frecuentes. Interpretaciones magistrales en canciones como “The Script for My Requiem”, “Time Stands Still (At the Iron Hill)” o “Traveler in Time”, solo por citar algunas, lo mostraron como una especie de trovador épico, metalero y alegre de las historias fantásticas que propone la banda. Si a eso le sumamos que, a lo largo de varias canciones, se tomó el tiempo de explicar el contenido de las mismas e incluso, hacer mención al paralelo entre la ciudad de origen de la banda (Krefeld) y el tango argentino en cuanto a la “melancolía y sufrimiento”; el resultado fue que sus intervenciones generaron un interesante dinamismo para un show que no tuvo ningún punto flojo en cuanto a interpretación, interacción y respuesta del público.
La inclusión de canciones de “The God…” fue un acierto a la hora de potenciar un set plagado de clásicos pero con la idea de reflejar material de todas las épocas. En este punto “Violent Shadows” y, en especial, “Secrets of the American Gods” sirvieron para demostrar que la banda no solo vive del pasado, sino que tiene cosas interesantes que decir en el presente. En especial la segunda, con una atmósfera progresiva, oscura y algo distinta a lo que se espera como canción de la banda; dio cuenta de la habilidad de André Olbrich y Marcus Siepen para construir riffs pesados, veloces y oscuros. Sin lugar a duda, y más allá que el trabajo de Frederik Ehmke en batería y Johan van Stratum en bajo fue perfecto en cuanto a sostener la dinámica de las canciones; el trabajo melódico de los dos violeros debe ser de los más solventes e imaginativos que se han visto en argentina, con una impecable habilidad para generar lo que pide cada canción. Momentos como los vividos en “Lord of the Rings” o en la velocidad de “Valhalla” y “Majesty”, son ejemplos de la habilidad y la complementariedad lograda, con el resultado final de momentos épicos, emotivos, melódicos y pesados con un nivel de precisión y buen gusto admirables.
Con un sonido perfecto (en pocas oportunidades alguien puede ubicarse en la parte de atrás del Teatro de Flores y escuchar con una nitidez semejante a estar a metros del escenario) a la hora de los bises, y luego de que el público, sin exagerar, cantase cada una de las estrofas de las canciones que sonaron durante la noche, el insistente pedido de un grupito para que suene “Welcome to Dying” se hizo realidad sin que estuviera prevista en el set elegido por los alemanes; algo que se profundizó cuando después de una vertiginosa versión de “Mirror Mirror” la banda decidiera cerrar definitivamente su visita con una gran versión de “The Quest for Tanelorn”. Aplausos, caras de emoción en el público y en la banda con la sensación de que este no fue un show más para quienes creen en la fantasía y en la imaginación. Les aseguro, que esta presentación de los alemanes quedará grabada en la memoria de muchos. Esperemos verlos pronto de nuevo.
Soportes a la altura de las circunstancias: BETO VAZQUEZ INFINITY y AZEROTH
Sin lugar a dudas fue una gran decisión que las dos bandas participen abriendo la jornada. Lo de BETO VAZQUEZ INFINITY mostró la faceta más progresiva, heavy y sinfónica con un gran nivel grupal que se potenció en canciones como “The Abyss”. AZEROTH trajo su faceta rápida y vertiginosa que en canciones como “Campaña al desierto” encontró una impronta épica y local. Bien por ellos.
