Fecha: Jueves 29 de septiembre | Hora: 19 hs. | Ciudad: CABA | Lugar: Teatro Flores | Bandas invitadas: KOBAL & THEMERIA
El pasado jueves 28 de septiembre los ucranianos, creadores del metal extremo con de todo, como me gusta decir a mí, desembarcaron en nuestro país por segunda vez en el marco de su gira Latinoamericana, previamente cancelada a comienzo de año, debido a las situaciones contractuales que todos conocemos, para presentarse en el Teatro de Flores. Las ansias y la expectativa hicieron que el Teatro, literalmente, explotara de gente; se vivió unos de esos SOLD OUT que se pueden ver, oler y sentir en el cuerpo. Es que realmente no se podía caminar de la cantidad de público presente y por momentos, hasta costaba respirar. Fue como volver prácticamente el tiempo atrás, 20 años diría; momentos en los que uno estaba acostumbrado a encontrarse bien cerquita del resto, con esa sensación tan maravillosa de “guau, esta historia la estamos escribiendo entre todos”.
Dos bandas argentinas serían las encargadas de sentar los primeros precedentes: KOBAL, a quienes por cuestiones de horario no pudimos llegar a ver, y THEMERIA, banda que me dejó esas ganas de volver a casa para investigar un poco más. Se trata de un trío que se maneja sobre las ramas del Metal Moderno, el Metal Core, y hasta algo de NU. Sí, todo va de la mano, es verdad, pero en este caso hay mucho más. La banda formada por Maximiliano Maye (guitarra y voz), Ian Sánchez (bajo y voz) y Guido Landini (batería), dieron un gran show, muy acorde y a la altura de la situación, en ejecución y en puesta en escena. Una serie de videos en pantalla acompañaron cada canción, mostrando algunas letras y brindando un sentido claro de lo que querían transmitir. Sonido contundente y nítido; excelente. Al finalizar el set, alrededor, se podían escuchar muy buenos comentarios sobre el trío, y con mucha razón, por cierto. Estos son momentos clave para las bandas de la escena emergente, ya que hay muchos nombres en boga, pero la verdad es que si se les brinda una oportunidad dentro de un marco semejante a una banda que cuenta con mucho potencial, esto quizás marca un antes y un después.
Puntual y como corresponde, con el nombre de la banda en pantalla, decorando sus letras con los colores de su bandera, a fondo negro sin más, JINJER comenzaba el set con “Sit Stay Roll Over”, bien extremo, una máquina de matar sin piedad. El Teatro explotó; se vino abajo literalmente. Quizás mi oído, de puro cebado, pedía un poco más de volumen para semejante comienzo, pero según la historia que se contó después y durante toda la noche, con ese volumen, todo estaba perfectamente digitado, se disfrutaba y se entendía. La continuación con “On The Top”, me reafirmó lo que comenté en la oración anterior, la maquina de matar estaba ya acomodada y todo era una monstruosidad, cada acentuación, cada corte, y la melodía del estribillo… todo el público coreó hasta las partes guturales. Situación que se fue volviendo algo adictiva, por el gancho con el que cuenta la banda que hace que uno tararee todo y quiera pudrir la voz en un intento de emulación de semejante Front Girl. Tatiana es hoy, sin lugar a duda, una vocalista referente en este sentido. La mina se comió el escenario y su nivel de versatilidad vocal, superó mis expectativas. Dueña de un poder infrahumano en sus guturales, fue un show aparte verla moverse, danzar y saltar, interpretando físicamente cada canción. Y ¿Qué decir de su capacidad melódica? Exquisito realmente. En ningún momento se la sintió forzada, y se la vio conforme con su monitoreo, mostrándose cómoda durante toda la noche. La banda respetó la lista que venían tocando a lo largo de la gira Latinoamericana, realizando un buen mix de su discografía, en donde no se saltearon ninguno de los ya clásicos. Lo que sorprende es que este cuarteto puede tocar cualquier estilo, moviéndose como peces en el agua, pudiendo amalgamarlos de forma tan natural, que logran desarrollar un estilo propio y difícil de emular. Hasta se dan el lujo de coquetear con el reggae, como en esos pequeños pasajes de “Judgement (& Punishment)”, de manera tan exquisita, que para el oído es todo amigable. Hay algo sobre lo que siento la obligación de hablar y, con lo que de hecho hemos coincidido con varios colegas, es la frialdad del trío instrumental. Quienes ya sea por idiosincrasia, por profesionalismo, o personalidad, se mantuvieron al margen de cualquier expresión verbal o conexión con el público. Se dedicaron a hacer su trabajo sin más, salvo algún puño arriba por parte de Eugene Abdiukhanov (bajo), quien forma un tándem demoledor junto a Vlad Ulasevich (batería). Y me detengo acá un segundo, Vlad es uno de los eslabones más importantes para formar esta máquina, es un asesino rítmico, sólido potente, técnicamente hermoso, un batero que cuenta con todo ese bagaje contemporáneo multifacético.
Sin dudas JINJER está pasando por un momento de apogeo en todas las latitudes, pero con los cimientos necesarios para no solo ser la banda del momento, sino para pararse como los pioneros de una nueva ola de música pesada moderna en donde todo vale y donde la libertad creativa es capaz de voltear unas cuantas barreras ideológicas, de esas que, a pesar de todo, aún siguen de pie. La banda brindó un show que fue palo y palo hasta el final, sin lugar para el descanso, una de esas veladas que te vuelven joven, que te recargan de un poder diferente y energéticamente único. Y es que los metaleros de Donetsk se encuentran sin soberbia, construyendo una historia muy grande, en la que hacen lo que quieren, y todo les queda bien.
